
Benedicto XVI puso broche final a su visita a Francia dedicando sus últimas horas a administrar el sacramento de la unción a diez enfermos: unos ancianos y otros jóvenes, incluido un enfermo psiquiátrico. Desde el santuario de Lourdes, el Papa invitó a todos los cristianos a buscar y a descubrir «la sonrisa de la Virgen», ya que allí es donde se «encuentra misteriosamente escondida la fuerza para continuar la lucha contra la enfermedad y en favor de la vida».
El Santo Padre dedicó un saludo final emocionado a los médicos y enfermeros, a los celadores, los camilleros y los acompañantes de los enfermos, un cuerpo de millares de voluntarios que se vuelcan en atender a los peregrinos en sillas de ruedas o incluso en camillas y que merecen el mejor de los aplausos. El Papa les llamó «portadores de la misericordia de Dios», es decir, de un aspecto esencial de la divinidad. Y les dijo que «María os confía su sonrisa para que os convirtáis también vosotros en fuente de agua viva. ¡Llevad su sonrisa a todos!».
En el mensaje central de su peregrinación a Lourdes, Benedicto XVI invitó a los cristianos a ser «sembradores de esperanza y testigos de la caridad», iluminando la vida de las familias y de las naciones con la dulzura materna de la «Estrella de la Esperanza» y el amor de su hijo Jesucristo, compasivo con los enfermos y los pecadores.
El Santo Padre dedicó un saludo final emocionado a los médicos y enfermeros, a los celadores, los camilleros y los acompañantes de los enfermos, un cuerpo de millares de voluntarios que se vuelcan en atender a los peregrinos en sillas de ruedas o incluso en camillas y que merecen el mejor de los aplausos. El Papa les llamó «portadores de la misericordia de Dios», es decir, de un aspecto esencial de la divinidad. Y les dijo que «María os confía su sonrisa para que os convirtáis también vosotros en fuente de agua viva. ¡Llevad su sonrisa a todos!».
En el mensaje central de su peregrinación a Lourdes, Benedicto XVI invitó a los cristianos a ser «sembradores de esperanza y testigos de la caridad», iluminando la vida de las familias y de las naciones con la dulzura materna de la «Estrella de la Esperanza» y el amor de su hijo Jesucristo, compasivo con los enfermos y los pecadores.
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