
Viktor Frankl, superviviente de Auschwitz, comenta en su libro “El hombre en busca de sentido” que a la persona se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino. Cada persona, aun bajo unas condiciones tan trágicas, guarda la libertad interior de decidir quién quiere ser –espiritual y mentalmente-, porque incluso en esas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguir sintiendo como un ser humano. El voluntario con personas que tienen una enfermedad mental tiene la tarea de facilitar y ayudar a crear ese ambiente de libertad donde cada persona pueda reconocer su dignidad, sus capacidades y pueda decidir quién quiere ser.
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