
La georgiana Nino Salukvadze (derecha), bronce en tiro, se abrazó en el podio a la rusa Natalia Paderina, plata, en un mensaje de paz. Mientras sus países combaten a muerte en el Cáucaso, ellas dos se han dado un abrazo ante Pekín y el mundo, cada una con su bandera: Natalia con la de Rusia, Nino con la de Georgia. Ironías de la vida, dos mujeres escenifican lo que ni sus países, ni la ONU, han sido aún capaces de realizar.
Terminada la ceremonia de entrega de medallas, enlazaron sus brazos para posar frente a los fotógrafos en una imagen de amistad e intercambiaron besos, un día después de que la delegación georgiana, de 35 miembros, considerase la posibilidad de abandonar los Juegos, posteriormente descartada."Es una medalla muy importante para Georgia, especialmente en tiempos como estos. Estoy muy nerviosa hoy. Son horas difíciles para nuestra gente", ha señalado Salukvadze. El Comité Olímpico Internacional aplaude la decisión de su delegación georgiana."Después de todo, vivimos en el siglo XXI", expresó Salukvadze, quien debió secarse las lágrimas de sus ojos tras bajar la pistola después de su disparo final, que fue aplaudido por la multitud. "No deberíamos caer tan bajo como para hacer la guerra", afirmó
"Si el mundo aprendiera alguna lección de lo que hice, nunca más habría guerras", explicó Salukvadze al término de la competición donde logró una medalla para su país.
Terminada la ceremonia de entrega de medallas, enlazaron sus brazos para posar frente a los fotógrafos en una imagen de amistad e intercambiaron besos, un día después de que la delegación georgiana, de 35 miembros, considerase la posibilidad de abandonar los Juegos, posteriormente descartada."Es una medalla muy importante para Georgia, especialmente en tiempos como estos. Estoy muy nerviosa hoy. Son horas difíciles para nuestra gente", ha señalado Salukvadze. El Comité Olímpico Internacional aplaude la decisión de su delegación georgiana."Después de todo, vivimos en el siglo XXI", expresó Salukvadze, quien debió secarse las lágrimas de sus ojos tras bajar la pistola después de su disparo final, que fue aplaudido por la multitud. "No deberíamos caer tan bajo como para hacer la guerra", afirmó
"Si el mundo aprendiera alguna lección de lo que hice, nunca más habría guerras", explicó Salukvadze al término de la competición donde logró una medalla para su país.
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